lunes, 28 de diciembre de 2009

"Patria o muerte"



Mohamed, de 22 años, levantaba su camiseta y señalaba sobre su piel varios hematomas debajo de las costillas y en los riñones. Aseguraba que la policía marroquí le había golpeado durante la última manifestación que celebraron a favor de la causa saharaui. Sentados sobre la alfombra de un estancia sin muebles en su casa de L´Aaiun, capital de Sáhara Occidental, el joven no paraba de repetir “patria o muerte”. Relataba que él pertenecía al Frente Polisario desde niño, contaba que su abuelo murió en la guerra de 1973 y que su tío perdió la vida en la cárcel negra de L´Aaiun.


Afuera, mientras esta escena ocurre, decenas de todoterrenos de las Naciones Unidas, deambulan bajo un sol abrasador de aquí para allí. Es la hora de la comida y nadie sale a la calle. En las paredes de algunos edificios, se ven pintadas en contra de Marruecos.


“Yo no quiero ir a los campos de refugiados en Argelia. Nací aquí, y aquí está mi familia. Prefiero morir antes de tener que irme. Me tenéis que ayudar. La Unión Europea tiene que hacer algo por nosotros. Sólo queremos ser libres. Queremos votar. Queremos un referéndum”, dice Mohamed en el castellano que un profesor de Vitoria le enseñó. Son contados los extranjeros que llegan hasta esta antigua colonia de España, y la visita también llama la atención de la madre y las tías de Mohamed. Tapadas con un burka no dicen nada. Sólo escuchan y de vez en cuando se ríen por el aspecto de sus huéspedes. Es tarde, y el temor a preguntas incómodas de los agentes marroquís hacen que tomemos el camino de vuelta. El desierto espera.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Un aventurero nato


Él también era un viajero, y sobre todo, un aventurero nato. A más de uno le costaba creer que estaba hablando con Monseñor Zabalza, mi tío abuelo, cuando en vez de encontrarlo con mitra episcopal y bonete, lo veía a pie de obra con un pico y una pala trabajando en la construcción de una iglesia o en una casa para una familia.

Este agustino recoleto (Bigüezal 1924-Sos del Rey Católico 2000) no tenía ni pajolera idea de nadar, pero esto no le impedía pasar más de un mes al año surcando las aguas del Amazonas para recorrer uno a uno los pueblos de su diócesis, en L´Abrea, una de las mayores regiones de Brasil. En su labor pastoral le tocó vivir de primera mano cómo la poderosa industria del caucho arrebataba las tierras a los pueblos indígenas, que carentes de cualquier medio o recurso no les quedaba otra opción que abandonar el terreno que habían habitado durante años sus antepasados. Puede que su labor no tuviera la repercusión de otros misioneros, como Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta o el mismo San Francisco Javier. Pero sin duda, su viaje dejó huella. Como en aquel novio, que el día de su boda estrenó las sandalias que le regaló Monseñor y que ni tan siquiera sabía calzarse o aquellas ocasiones en las que además de ejercer de sacerdote le tocaba ser médico o aquella otra en la que... Sin duda, otro viaje del alma.